Despues de unas horas muerta, y asimilando mi muerte, me siento como si este no fuera mi lugar. Todo esto es frío, pero no mas que la propia vida. Ahora, muerta, me doy cuenta de la poca importancia que tiene, o más bien tenía mi vida, tan solo era otra persona mas en otra ciudad mas en otra país mas...
Me giré para caminar, o algo por el estilo por la casa... De repente me sentí calida, me sentia como en casa... y ahí la vi, la perfección, la belleza que jamás nadie puede ver de otra persona execto nosotros, los hijos. Ahí estaba mi madre, sentada esperándome. Cuando me vió sonrio y calidamente vino a darme un abrazo. Olía como siempre, Anais-Anais y esos brazos fuertes me aplastaron contra su pecho,su pelo tan artístico como siempre se movia de un lado para otro, pero lo que más me fijé fue en sus ojos, en sus mejillas en sus fracciones no había cambiado nada, estaba como justamente la recordaba.
-No deberías de estar aquí.-A la misma vez que me abrasaba y su perfume tan cortante me entraba por las fosas nasales....
Yo no podía hablar, tan solo la abrazaba e intentaba llorar, ya que mis intentos eran fallidos, los muertos no lloramos.
PARTE 2
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